Al plantearnos un viaje con amigos para este verano, los jóvenes pensamos en destinos con mucho que ver y hacer, que sean amigables, con marcha, aventura, deportes, naturaleza… Así es como uno acaba en Santiago de Chile. Aprendiendo, viviendo, visitando, bailando, disfrutando de la ciudad y, por extensión, de un país tan maravilloso como Chile.
La capital, aunque grande, es muy manejable. Entre metro y andando uno se apaña bien. Cuenta con parques, rincones agradables donde sentarse, miradores y alturas desde las que tomar perspectiva. Y, entre todos los atractivos de la ciudad, una persona y un lugar destacan por méritos propios.
Se trata de La Chascona, esa Casa Museo tan divertida de visitar, cuyo nombre le viene del pelo enredado del amor secreto del insigne escritor Pablo Neruda. El lugar desborda magia, al estar lleno de curiosidades y excentricidades muy al estilo del que fue su propietario. Así, la originalidad y genio del poeta se reflejan en las diferentes estancias de la vivienda, que cuenta con estancias como el Bar del Capitán, el Pasaje Secreto o la sala de estar “faro”.
En los alrededores de La Chascona, que ocupa un lugar destacado en el agradable barrio residencial Bellavista, se pueden pasar unas horas muy entretenidas. Por un lado, tenemos la oferta de bares y restaurantes de la zona, para todos los gustos y bolsillos, que abunda en calles como Pío Nono o Constitución. Además, a unos pasos de La Chascona se accede al pintoresco funicular que sube a uno de los lugares más visitados de Santiago de Chile. Nos referimos al parque que corona el cerro San Cristóbal, que proporciona unas vistas impresionantes sobre la ciudad, probablemente las mejores de todo Santiago.
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Casa Museo La Chascona
Fernando Márquez de la Plata 0192
Metro más cercano: Baquedano.
Foto | Marlene de Petri