A Santoña a comer sardinas con los dedos

¿Qué lugar es el mejor para probar la rica sardina del norte?

Como la tradición manda, las sardinas y los jibiones (sepias) encebollados hay que comerlos en los asadores de Santoña, disfrutando de su ambientazo.

Santoña, que ocupa la había del mismo nombre, queda a 48 kilómetros de la capital de Cantabria. Sus sardinas, ricas y baratas, tienen fama de ser de las mejores y solo por eso, vale la pena acercarse hasta allí a pasar el día. Llegar de Santander a Santoña en trasporte público y barato es muy fácil, basta coger un bus directo desde la estación de autobuses de la capital hasta la ciudad de la sardina perfecta. Son 50 minutos de cómodo trayecto.

Sencillo, delicioso y muy barato. Ese es el estilo del merendero Pascual, también conocido entre los lugareños como Bar Cantábrico. Llegar está chupado, solo hay que acercarse al final de la playa San Martín, hasta el fuerte del mismo nombre. Otro lugar que goza de mucha fama en Santoña para comer las ricas sardinas es el Asador Casa Emilia (Avenida Carrero Blanco), algo más caro que el anterior.

Estudiar en Santander tiene muchas ventajas. Una de ellas es su deliciosa comida a buen precio. Recordad, eso sí, que lo de comer sardinas es siempre una actividad divertida, tanto si viajáis por estudios como si paseáis los libros por Cantabria.

De excursión a Santoña, tenéis de paso la oportunidad de visitar todo un señor Monumento Nacional como la Iglesia de Santa María del Puerto, que según la leyenda fue fundada por Santiago Apóstol. Además, vale la pena pasear por la singular fachada marítima de un lugar tan agradable como Santoña. El municipio organiza también una fiesta de esas que molan: un carnaval marinero. De todas maneras, no hace falta esperar a febrero para pasarlo bien en este joven rincón de Cantabria.

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Foto | Javier Valero