Bailar al ritmo de la noche de Moscú

La pista arde. Lo que era una sala cualquiera de un restaurante al azar, con mesas salteadas y hules de plástico cubiertos de platos de sabrosa comida barata, se ha ido transmutando de la mano de las horas en un hervidero de cuerpos que se contorsionan al ritmo de la música, actual y no tanto.

Así es la noche de Moscú. Serios y enigmáticos de día, los moscovitas aprovechan la oscuridad para transformarse en otra cosa, en seres a los que les gusta mover el esqueleto. Su marcha es una carta blanca para los amantes de la vida nocturna, ya sea en sus espacios con salas polivalentes (que ahora son escenarios para música en vivo y luego pistas de baile moderno) o en cualquiera de sus infinitas discotecas, locales para todos los gustos, edades, colores y estilos (véase estudiantes, jóvenes que se abren camino en su incipiente carrera…).

La mayoría de los clubes de la capital son híbridos. Cuentan con una zona para bailar, mientras que las discotecas se abren paso después del concierto, a eso de las 22h. La entrada suele tener un precio y las bebidas se cotizan aparte, de la mano de un servicio amable. Así es la noche de Moscú. La pista arde.

Foto| pasotraspaso