Ahora se le conoce principalmente por ser el lugar en el que termina el Camino de Santiago, pero hace cientos de años, este escarpado emplazamiento era conocido (y admirado) por considerarse el final del mundo. La línea del horizonte engullía el sol que refulgía como el fuego sobre el mar bravo de la Costa da Morte… ¿acaso había mejor escenario para marcar en los mapas el final del mundo conocido?
Pero eso eran otros tiempos. Ahora, Finisterre es una tranquila villa marinera con muchos atractivos para una escapada de lujo llena de increíbles paisajes (a veces cataclísmicos, especialmente cuando el mar está agitado), de buena gastronomía y de mucha historia. Ah, y extensas playas en las que refrescarse cuando el tiempo acompaña.
Tanto si es la última etapa de una larga peregrinación a lo largo del Camino de Santiago como si llegas desde cualquier otro lugar, la primera visita obligada es acercarse a recorrer las callejuelas que conforman el casco antiguo de esta pequeña villa -también llamada Fisterra-, de un aspecto medieval que te hará viajar en el tiempo sin apenas tiempo para abrocharte el cinturón.
El puerto es otro punto que querrás visitar en Finisterre, con sus pequeñas barquitas de colores, el azote del mar -a veces generoso en oleaje- y las gaviotas poniéndose las botas volando cerca de la superficie. Además, a apenas unos pocos minutos paseando llegarás a uno de los castillos con vistas al mar más impresionantes: el Castillo de San Carlos.
Y por supuesto, si tienes buen aguante a las aguas frescas del norte, playas no te van a faltar para zambullirte en el agua en Finisterre. De todas ellas, la Playa de Langosteira es la que más a mano está a la entrada del pueblo, de arena blanca y aguas más bien tranquilas (al menos para lo que es la costa gallega). Una pasada de playa sin lugar a dudas.
Por último, una visita al fin del mundo no sería lo mismo sin darse un pequeño capricho gastronómico. Y tratándose de Galicia, no podemos dejar de recomendarte probar el pulpo a feira (y vieras, y zamburiñas, y productos de la huerta gallega…) en cualquiera de los restaurantes que hay en la Rúa Real, junto al mismo puerto.
Por suerte, hoy sabemos que el mundo no termina más allá del horizonte lejano. Pero por si acaso, ve reservando tus vuelos a Santiago de Compostela para pegarte un homenaje en la villa medieval de Finisterre.
Foto: Jocelyn Erskine-Kellie