Estamos en Calella de Pallafrugell, en plena Costa Brava catalana. Sus playas son una maravilla para los sentidos, con pequeñas calas llenas de vida flanqueadas por piscinas naturales y chiringuitos a rabiar. Las aguas cristalinas de su costa dejan entrever el rocoso fondo marino y la vida que éste acoge en cada uno de sus recovecos, visible a todo color con cualquier gafa de bucear de mercadillo. ¿Suena bien? Seguro que sí.
Lo que tal vez no esperes encontrar cerca de este pueblo pesquero es uno de los jardines botánicos más increíbles de todo el país: los Jardines del Cap Roig, situados a tan solo tres kilómetros de la localidad de Pallafruguell. Un plan tan singular que dejarlo para otro día sería imperdonable.
En total son más de veinte hectáreas de jardines, algo más de veinte campos de fútbol donde confluyen la botánica, los paisajes y el arte típico de la zona. En total, estos jardines albergan alrededor de un millar de especies botánicas de multitud de partes del globo terráqueo, junto con un sinfín de esculturas de artistas contemporáneos para darle un toque artístico al recinto.
Algo que hace que estos jardines sean más impresionantes es su situación limitando con el mar, casi adentrándose en él sin miramientos. Para que puedas dar buena cuenta de sus vistas únicas hacia el Mediterráneo y sus acantilados, encontrarás numerosos miradores donde hacer un descanso en el que disfrutar por unos instantes de la brisa marina. En resumen, los Jardines de Cap Roig son toda una oda a los sentidos a base de olores, sonidos y texturas de lo más fresco y variado.
Para disfrutar aún más de tu visita, el recinto cuenta con diversas terrazas para descansar y zonas de pic-nic en las que detenerse antes de acercarse a visitar otro de sus tesoros más preciados: el imponente Castillo de Cap Roig, de construcción reciente pero de un vistoso estilo medieval de lo más conseguido.
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Foto: Enric Rubio