Playas vírgenes y surf en Famara, Lanzarote

Las Islas Canarias son uno de esos destinos capaces de hacerte sentir una desconexión inmediata cuando una cura urgente para el estrés se convierte en una prioridad en la vida. Estando a pocas horas de avión como están, islas como Lanzarote son un paraíso prácticamente a la vuelta de la esquina. Por esto mismo son destinos perfectos donde regalarse un retiro espiritual en cualquier época del año, incluyendo el duro invierno peninsular.

Y de Lanzarote y sus increíbles playas te vamos a hablar hoy, o más concretamente de una de las mejores y más idílicas concentraciones surferas en toda la isla: la Playa de Famara, una playa salvaje situada en el extremo norte de Lanzarote, en el municipio de Teguise. Apenas un rato en coche a través del paisaje marciano de esta isla volcánica es suficiente para plantarte en una extensión de arena que se pierde hasta donde llega la vista, entre dunas y flanqueada por la montaña árida y desierta del risco que lleva su propio nombre (Risco de Famara). En su ladera, verás poco más que los bungalows de unos pocos afortunados que disfrutan de este paraíso a lo largo de todo el año y algún que otro entusiasta lanzándose en parapente desde todo lo alto.

Desde La Caleta de Famara, pueblo donde comienza la Playa de Famara, son más de seis kilómetros de playa. El pueblo está lleno de tiendas especializadas en surf, con mucho rollo y rubias melenas teñidas por el sol y la sal del mar. Cuando la marea está baja, las aguas forman charcos espontáneos y las pachangas futboleras empiezan a ser la tónica habitual. Cuando la marea vuelve a subir, el agua alcanza prácticamente las zonas de las dunas y las tablas de surf, kitesurf y windsurf toman el relevo.

Así que ya lo sabes. Para recibir unas lecciones de surf, pegarte un baño disfrutón rodeado del ambientazo surfero o para lanzarte en parapente desde el risco de Famara y aterrizar con todo el morro sobre las cálidas dunas, la playa de Famara te estará esperando en tu próximo viaje a Lanzarote.

Foto | Andrés Nieto Porras