Poco hay que añadir sobre todo lo que una ciudad de Ámsterdam tiene para ofrecerte en términos de recursos culturales y arquitectónicos. Está plagada de museos (Rijksmuseum, Van Gogh Museum) y el simple hecho de caminar por su casco antiguo es como adentrarse en la historia medieval de una de las ciudades europeas más impresionantes.
El centro histórico de Ámsterdam es además muy abarcable tanto en bicicleta (encontrarás muchas tiendas para su alquiler) como en tranvía, para los que tienes viajes ilimitados por veinticuatro horas a unos siete euros y medio. En otras ocasiones os hemos hablado de una forma original y mucho más inmersiva de conocer el centro de Ámsterdam, navegando en barca privada a través de sus canales. Opciones para moverte nunca te van a faltar en la capital de los Países bajos.
Y cuando llegue la noche y los latidos de Ámsterdam empiecen a resonar con fuerza para atraparte en su divertida vida nocturna, hay un plan que bien puede marcar la diferencia entre una escapada divertida y una escapada única: visitar uno de sus pintorescos karaokes japoneses, toda una experiencia para ponerle una nota de magia a tu viaje a la ciudad de los coffe-shops.
El clásico karaoke japonés tiene, como plato fuerte, un montón de salas privadas de distintas capacidades (desde cuatro hasta más de veinte personas) donde disponer de un espacio privado donde tú y tus acompañantes podréis convertiros en los reyes del rock and roll por un día. Desde una pantalla a vuestra entera disposición podréis solicitar bebidas y platos típicos (siempre que el hambre empiece a rascar), además de contar con vuestro propio grifo de cerveza (un sueño de muchos hecho por fin realidad). Encontraréis multitud de grandes éxitos internacionales a vuestra disposición, así que por esta vez al menos no tendréis que cantar en japonés.
Uno de estos karaokes es el Duke of Tokyo, situado a pocas manzanas del barrio rojo de Ámsterdam. Eso si, conviene que reserves tu sala privada con cierta antelación para no perder la ocasión única de vivir el auténtico karaoke japonés en persona.
Foto | Maks Karochkin