No hay suficientes dedos en las manos para contar todos los planes y visitas que hacen de Lanzarote una de las islas más chulas a las que puedas acercarte en tus vacaciones. Por eso es un destino perfecto tanto para descansar como para hacer un turismo activo, decidiendo cuándo moverte y cuándo relajarte tomando el sol (o bajo la sombra de una palmera).
Igual que la isla se presta perfectamente a unos días surferos disfrutando de las playas de Famara, con sus tiendecitas de surf y el rollo propio de esta práctica deportiva, también resulta perfecta para visitar sus paisajes marcianos a lo largo y ancho de la isla, aprovechando para conocer las obras del ilustre César Manrique (al menos los Jameos del Agua o la Cueva de los verdes). Por no hablar del parque Timanfaya, algo único en el mundo y más que digno de visitar.
Pero una vez visto todo lo anterior y visitadas las playas más habituales en Lanzarote (Playa del Carmen, Playa Blanca o Costa Teguise), el cuerpo empezará a pedirte más y más planes que no puedas encontrar en ninguna otra parte. Es en ese preciso momento cuando la playa de El Caletón Blanco se convertirá en la visita perfecta para seguir sintiendo que tus vacaciones quedarán como algo realmente único en tu recuerdo.
Se trata de una zona espectacular de pequeñas calas de arena blanca que contrasta con las rocas de lava negra, dando lugar a una de las zonas de playa mas exóticas de toda la isla de Lanzarote. Lo más llamativo de la playa del Caletón Blanco es la estampa que forman las coladas volcánicas adentrándose en la orilla del mar, creando una serie de charcas de muy poca profundidad perfectas para darse un baño relajante protegidos de las olas que rompen mar adentro.
Además, El Caletón Blanco se encuentra en la parte norte de Lanzarote, junto al pueblo de pescadores de Órzola y es un punto de entrada perfecto hacia la isla de La Graciosa.
¿Quieres un plan completo en la isla de Lanzarote? Da el primer paso reservando tus vuelos cuanto antes y el resto te estará esperando en las tranquilas playas de el Caletón Blanco.
Foto: Dario Garavini