El primer Halloween en Nueva York, una de esas celebraciones tan típicamente americanas, nunca se olvida. Montar un carnaval alrededor de la fiesta de las muertos resulta de lo más divertido, y hordas de neoyorquinos se apuntan al plan y se lo toman muy en serio. Las calles de Manhattan se abarrotan de gente que desfila disfrazada y que se lo pasa bomba. Solos o en grupos de amigos, sus atuendos son el resultado de muchas horas dando rienda suelta a una suma de imaginaciones desbordantes. El espectáculo está asegurado y aquí no vale ser tímido, ni tampoco las excusas. Basta con hacerse con una peluca colorida o una simple careta y lanzarse a la calle, para sumergirse en el increíble ambiente que, con motivo de la fiesta de Halloween, se respira en “la gran manzana”.
El desfile de Nueva York es el más grande de carácter público que se organiza en todo Estados Unidos, ¡ahí es nada! El que se celebra anualmente cada 31 de octubre en el colorido barrio de Greenwich Village, con más de cuarenta años de historia, parte a eso de las 19 horas de la Sexta Avenida, entre las calles Spring y Broome, finalizando en la 16. En él participan cerca de 60.000 personas, por lo que es lógico que atraiga a más de dos millones de curiosos. Aquellos afortunados que disfruten de una beca de estudios en alguno de los institutos o universidades de Nueva York o alrededores, por nada del mundo deberían perderse tremendo espectáculo. Es tan fácil como acercarse al barrio del West Village, donde la diversión y el buen rollo hacen olvidar por unas horas el frío que ya ha llegado para quedarse.
Ningún Halloween en Nueva York se da por finiquitado hasta que no se levanta la mirada y se comprueba el tono de la iluminación de uno de los techos de la ciudad: el Empire State Building. Este emblemático rascacielos cambia sus colores en ocasiones especiales, y no resulta difícil adivinar de cuál se viste para la noche de los muertos.
Disfraces, risas, conocer gente… así es Halloween en Nueva York. Entonces, trick or treat?
¿Buscas más planes jóvenes en Nueva York? ¿Qué tal una misa gospel?
Foto| Robert Salnave