
¿A alguien le sorprende que México sea uno de los destinos preferidos por los jóvenes? Las rutas mochileras por el país atraviesan desde ruinas ancestrales atrapadas en la selva, pasando por pueblos donde los indígenas observan a los turistas con mirada lánguida, a paraísos de aguas cristalinas deseados por todos los grupos de amigos, llamados Playa del Carmen o Cancún.
Compartiendo estado con esta última pero en el lado opuesto del espectro turístico se halla nuestro tesoro escondido: Holbox. Esa islita pequeña y apartada del circuito turístico es una pasada. Al estar a 10 kilómetros frente a la costa noreste de la península de Yucatán, la única manera de llegar a Holbox es disfrutando de una travesía en el ferri que sale del puerto de Chiquilá, con lo que acceder hasta ella ya es en sí una aventura.
Isla Holbox es especial por muchas cosas. El tiempo pasa de otra manera, la luz es brillante e intensa, el ritmo es mágico. Las horas se suceden melosas entre zumos tropicales recién exprimidos, exotismo, un mar color turquesa y rústicas cabañas a pie de arena blanca.
Tanto por hacer en isla Holbox
Imagínate en la playa entre la gente local mientras cocinan con cariño un pescado fresco recién sacado del mar, que envuelven en hoja de plátano y que resulta en un plato barato y para chuparse los dedos. Holbox es tan de otro mundo que por no haber, no hay ni tráfico rodado. La mejor opción para moverse por la isla son los boogies, esos vehículos más propios de los campos de golf y que aquí cobran otro sentido.
Conduciendo uno de estos divertidos cochecitos y atravesando manglares y pequeñas lagunas podrás perderte por la isla hasta llegar a alguno de sus extremos recónditos donde, con un poco de suerte, tendrás la ocasión única de observar de cerca alguna de las enormes colonias de flamencos rosa que la habitan. El espectáculo, que probablemente podrás disfrutar a solas, pone los pelos de punta… ¡naturaleza pura! No en vano, Holbox es parte de la reserva de la biosfera y Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam.
Holbox, aunque pequeña y tranquila, no tiene tiempo para el aburrimiento, un concepto impensable en el paraíso. Como imposible es estudiar en México D.F., quedarse quieto y no aprovechar una oportunidad única de conocer un país colosal, tanto en rincones como en sensaciones. ¡Elige fecha y vuela!
Foto| Steven Zwerink