De los muchos rincones interesantes de Uruguay, Punta del Diablo es una de las mecas de los espíritus jóvenes y libres, de los que buscan pasar unos días en un lugar alejado de los estereotipos, libre de lo cotidiano.
Punta del Diablo es un pueblo de lo más pintoresco, donde los pescadores se mezclan con hippies y familias. Se encuentra en el departamento de Rocha, a 45 km de la frontera con Brasil y a cerca de 300 km de Montevideo. Siempre puedes aprovechar unas vacaciones entre exámenes para visitarlo, así que organiza una escapada con amigos y verás como merece la pena.
Con casas de madera pintadas de colores, unas playas eternas de suaves dunas, un mar tibio y un cielo prístino, el pueblo de Punta del Diablo, en Uruguay, bien parece el paraíso. El ambiente es relajado y alegre, la gente es auténtica. Por algo los uruguayos tienen fama de seres amables y encantadores, su delicada y dulce cortesía cautiva, su hospitalidad emociona.
En Punta del Diablo se camina descalzo y despacito, compartiendo mesa con gente nueva cada día, manteniendo tertulias alegres en la noche acompañadas del sonido del mar y de millones de estrellas. Uno se siente en casa, en familia. Su población no llega a los 1000 habitantes que, en general, nada saben de aglomeraciones o estrés. Eso sí, en verano les toca sacudirse la pereza y convivir con el montón de jóvenes uruguayos que, con ganas de sol, vacaciones y arena, peregrinan a la playa de los Pescadores, de La Viuda (animada por el surf) y a la Playa del Rivero, (animada por bares). Eso desde todas partes del país.
Punta del Diablo cuenta con varias curiosidades. Una son sus ranchos, una forma única de organización arquitectónica; otra son sus tortugas verdes, animales milenarios que habitan sus aguas y que entran en el triste saco de las especies amenazadas.
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Foto original de Karine Kerr.