No es casualidad que cientos de estudiantes elijan Dublín como destino para mejorar sus destrezas lingüísticas en inglés, igual que tampoco es casualidad que no todos lleguen a conseguirlo: tomarse la vida en serio puede resultar una tarea imposible en Dublín, la ciudad amiga por excelencia, de los pubs y del buen rollo generalizado. Y es que lo mucho que le gusta a un irlandés tomarse una pinta entre amigos no encuentra igual en ninguna otra parte del mundo, y en eso somos muy parecidos.
Una vez en Dublín prepárate para experimentar las cuatro estaciones del año en un solo día. Tal vez por esta razón siempre sea bienvenida la idea de encontrar un pub a mano donde refugiarse de las tormentas espontáneas tan frecuentes por aquellos lares. Porque si algo abunda en la capital irlandesa son precisamente los pubs, puntos de encuentro donde podrás disfrutar, entre los lugareños y demás parroquianos, de una pinta tras otra al ritmo de viejas canciones del folclore irlandés.
El punto neurálgico en Dublín gira alrededor del barrio de Temple Bar, como se viene denominando a la zona antigua de la ciudad. El barrio está colmado de bares y restaurantes a lo largo de los callejones adoquinados que le dan auténtico sabor dublinés a la escena. Es la zona de vida nocturna por excelencia en Dublín, pero también de mercados y galerías de arte. Si no mola Temple Bar es que no mola nada en el mundo.
En Temple Bar no resulta extraño que un par de músicos se arranquen a amenizar la tarde a ritmo de cánticos improvisados. Y si no se da el caso, siempre puedes dejarte caer por los clásicos pubs The Auld Dubliner o The Temple Bar, donde encontrarás música en directo y un ambiente de buen rollo casi con toda seguridad. Dicen que las estrechas calles de Temple Bar son el verdadero alma y esencia de Dublín, así que apúntalo en tu agenda viajera y tómate una cerveza Guinness a nuestra salud.
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