Pronto cumplirá los 48 años de existencia, y aún así, la llamada ciudad libre de Christiania sigue siendo un viaje a la pasado de una cultura hippie que ya no se encuentra fácilmente salvo en remotos lugares del mundo, no al menos a tan pocas horas de avión como es el caso.
Imagina ir caminando tranquilamente por la ciudad de Copenhague, moderna como cualquier otra capital europea, y tener la posibilidad de adentrarte en un vórtice temporal para viajar años atrás en el tiempo hasta la cultura hippie de los años 70, ocurriendo aparecer en una pequeña micro-ciudad autoproclamada como independiente del propio país de Dinamarca llamada Christiania. Un auténtico mundo aparte.
Y eso es exactamente lo que se respira allí: independencia, tranquilidad y las cosas hechas a su manera. Y es que esta especie de experimento social que va cumplir ya el medio siglo cuenta con sus propios comercios, y por supuesto, sus propias normas de conducta donde esencialmente, cada uno debe ir a su bola y no causar ningún problema: la cultura de la paz y el amor tan particular de los años de los pantalones de campana.
Christiania es ante todo color, arte urbano y graffitis a tutiplén. Eso si, está prohibido sacar fotos del lugar, así que tendrás que conformarte con subir fotos del resto de tus visitas en la ciudad de Copenhague a tu cuenta de Instagram. ¿Su origen? Tampoco es menos curioso: todo comenzó en los años setenta como un asentamiento de vecinos que tomaron el espacio ocupado antiguamente por unos barracones militares abandonados. El resto tendrás que conocerlo en persona para poder describirlo con palabras.
Tiene un pequeño lago muy agradable y organizan conciertos a menudo, así que es una visita perfecta para echar la mañana o la tarde, por tu cuenta en una de las visitas organizadas que venden en la zona. Después de tomarte unas cervezas ecológicas de producción propia (Økologisk Christianias Thy Pilsner) y poner tu granito de arena por la independencia de Christiania, podrás seguir con tu viaje a lo largo de Copenhague.
Eso si, antes de abandonar este reducto hippie histórico, fíjate en el curioso cartel situado en la salida donde se puede leer el siguiente mensaje de despedida: ahora estás entrando en la Unión Europea.
Foto | Jools LH
