Se dice, se comenta, se rumorea que el mejor chocolate del mundo es el belga. A favor o no, lo cierto es que cualquier joven que pise Bruselas debería sumergirse, antes o después, en ese universo sensorial conformado por trufas, bombones y chocolatinas. Oportunidades no faltan, ya que el país cuenta con más de 300 tiendas dedicadas al “oro marrón”. Las hay también de marcas con conciencia, que crean bombones ecológicos y de comercio justo.
Experiencia chocolatera
Ya sea con una parada en el museo del chocolate de Bruselas (la entrada para estudiantes, gracias al descuento, sale 1 euro más barata), o con algún taller o cata de los que se organizan en la capital, la cuestión es vivir la experiencia cuando se quiera y cómo se quiera, pero asegurarse de que el viaje de estudios a Bruselas incluya una visita a los maestros chocolateros.
Varias son las empresas y compañías que ofrecen “tours” gratuitos por Bruselas. En muchos casos, estos incluyen degustaciones a coste cero en las mejores chocolaterías de la capital belga (Godiva, Leonidas, Côte d’Ord, etc.). Los guías de estas visitas gratuitas suelen reunirse en la entrada de la oficina de turismo de la Grand Place de Bruselas. Los estudiantes y jóvenes interesados pueden asistir sin reserva previa.
El mejor cacao se concentra en la Place du Grand Sablon. Se trata de una plaza elegante, muy bonita y con un montón de encanto; entre tanta delicadeza y tanto anticuario, no podían faltar las tiendas de los grandes maestros chocolateros: pisarlas es como entrar en un museo donde las piezas son obras de arte comestibles. Allí se encuentran chocolaterías como Pierre Marcolini, Biscuiterie Dandoy, Neuhaus o Wittamer. Esta última (en el 6-12-13 de la Place du Grand Sablon) es la proveedora oficial de la familia real belga. Cuenta con una cafetería, en cuya terraza vale la pena sentarse a tomar un delicioso chocolate a la taza.
Al acabar un curso en Bruselas, un Erasmus o una beca en Bélgica, siempre hay que regresar a casa llevando algo de chocolate bajo el brazo. Palabra de Iberia Joven.
Foto | Susanne Nilsson