Flashes y sensaciones de un día en Nueva York

De Nueva York te hemos contado muchas cosas, ¿será porque nos encanta? Te hemos desvelado secretos como la existencia de sus bares ocultos, los “speakeasy”; te hemos llevado de tienda en tienda; hemos compartido la emoción de ir a un musical de Broadway ahorrando y con descuentos. Dicho esto, vamos a darle forma al rompecabezas. Juntos vamos a construir un día en Nueva York, por ejemplo un viernes, ya sea para un viaje de estudios o para el tiempo libre de un suertudo universitario en la “gran manzana”.

11.10h. Llegamos a la altura del 337 de Blecker St. No podemos evitarlo: nos detenemos embobados ante el escaparate de “Goorin Bros. Hat Shop”, una de las tiendas más molonas del West Village, ya de por sí un barrio molón. Sus vitrinas están poseídas por sombreros y más sombreros “vintage” que, juntos, nos llevan de viaje al glamour del pasado.

12.15h. 109 Cristopher St. Nos entretenemos visitando “McNulty’s Tea & Coffee Co” y sus tés bizarros. Un momento auténtico.

13.10h. Otra sorpresa en la calle Cornelia 3 es el restaurante “Chomp Chomp”. Industrial. Moderno. Comida de Singapur. El hambre llama a la puerta, la abrimos y cerramos con un buen “ramen”.

18.25h. Gente, gente y más gente compartiendo su pasión por el arte moderno. Eso es una tarde de viernes en el museo MOMA. ¿Será porque la entrada es gratis?

19.23h. Sentimos la energía. Energía que eriza todo el vello de nuestro cuerpo, de pies a cabeza. Nos invade frente a Pollock, nos conmueve frente a Klimt. Y sí, los ojos se nos llenan de lágrimas (y no solo de belleza) frente a maestros de la pintura como Seurat. Seguimos en el MOMA.

19.45h. Es hora de poner rumbo a la deslumbrante Times Square. Nos sentaremos en sus escaleras y dejaremos que el vértigo nos invada, nos sumergiremos con todos los sentidos en la marea de gente y más gente, artistas callejeros, cientos de turistas, publicidad y magia. Así pasaremos minutos, quizá horas.

Nueva York es para todas las edades pero solo se es joven una vez.

Foto | Charles Clegg